No hay que ponerse triste ante una despedida. Una despedida es necesaria para volver a reencontrarse. Y un reencuentro, después de un momento o después de toda una vida, es algo inevitable si somos amigos de verdad.
Tal vez lo único que duele más que decirte adiós es no haber tenido la ocasión de haberme despedido de ti.
Nuestros recuerdos de ayer durarán toda una vida. Guardar los mejores, olvidar los demás.
Los recuerdos construyen un camino que llega hasta el corazón y logra que los amigos siempre los sienta uno muy cerca, aunque en realidad estén muy lejos el uno del otro.
¿Por qué solo se tarda un minuto en decir hola, y
toda una vida en decir adiós?
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